Al pasear entre los libros de El Corte Inglés, una sorpresa aguarda al final del pasillo, donde unas puertas abiertas dejan ver unos cuadros que, iluminados y en hilera, atraen inevitablemente la mirada y los pasos de los curiosos. Desde la puerta, la vista no se detiene en las sillas que llenan la estancia, dispuestas para un próximo evento; sino en las acuarelas que, bajo la luz contundente de los focos, resaltan sobre las paredes grises y oscuras, y llevan a la sala el color de unas familiares vistas de rincones emblemáticos de Murcia que tienen, en muchos casos, la silueta de la torre de la Catedral como corona del paisaje.
Es Paisajes Cotidianos, la muestra de Alfredo López que se inauguraba el pasado miércoles día 7 en la Sala Ámbito Cultural El Corte Inglés, el espacio que, en la primera planta del edificio de la Gran Vía, acoge exposiciones de arte, presentaciones de libros y eventos culturales de todo tipo. A Alfredo López le propusieron, desde la organización, participar en la programación de este año 2018, y cuando vio la sala, cuenta el pintor, quedó encantado. «No es la sala típica de exposiciones, de espacio blanco y diáfano», dice Alfredo López, sentado en una de las sillas de la primera fila, «sino que tiene incluso yo diría un punto industrial, con paredes grises»; paredes que, para el pintor, ayudan a destacar el blanco de la enmarcación de las obras. «Y luego la iluminación también está muy bien. Son focos que le dan un carácter bastante íntimo a la sala».
En total, la exposición cuenta con 18 piezas de pequeño y mediano formato realizadas en su mayoría para esta sala concreta. Muestran vistas del Puente Viejo, Santo Domingo, el Malecón y otros escenarios reconocibles de la ciudad de Murcia; y por su formato y disposición en sala, se distribuyen en dos zonas: «En una parte he puesto todas las acuarelas del mismo formato, las pequeñas de 30×40, todas seguidas», cuenta el pintor, mirando las trece obras que, en serie, han sido colocadas en hilera. «Y en la otra parte de la sala hay varias acuarelas de un tamaño un poco mayor, pero cada una de un formato diferente», explica; un formato mediano, excepto por la acuarela principal, que presenta unas dimensiones mayores y preside por ello la sala.
Todas las obras y las vistas de Murcia quedan reunidas bajo el título de Paisajes Cotidianos, por lo familiar de los lugares retratados tanto para el espectador como para el autor, que los siente como cotidianos en su sentido más pleno: «Son rincones por los que paso casi a diario. Los tengo muy estudiados, también a diferentes horas de luz del día, y los tengo muy interiorizados, muy asimilados», dice Alfredo López, que busca, ante todo, que sus cuadros sean una interpretación de esos paisajes: «Eso era un poco el objetivo, no hacer paisajes urbanos solo por hacer, sino con un sentido más verdadero, más intimista; y que yo vuelque en ellos lo máximo posible mi forma de sentir, mi personalidad». Ese era, explica el pintor, el reto que se le presentaba. «Paso por ellos todos los días y los conozco muy bien. El hándicap era hacerlos míos, pasar esos temas por mi manera de ver, de sentir; y ofrecer, dentro de que son temas que todo el mundo conoce, una visión diferente al espectador», explica Alfredo López.
En muchos de los trabajos expuestos aparece, en la lejanía o detrás de los edificios, una torre de la Catedral que no es sino una silueta de color. «En muchos cuadros es verdad que aparece la torre de la Catedral. Es un icono de Murcia y sí me gusta representarlo», dice Alfredo López; y explica que si aparece como silueta es porque plantea sus cuadros, y en especial los de paisaje urbano, desde la síntesis, que permite, por ejemplo, prescindir de todos los detalles de la torre de la Catedral o de parte de la vegetación para que, respetando el realismo y la figuración, queden insinuados y sean, aún así, del todo identificables. «La síntesis ayuda a la lectura del cuadro y también a sacar tu personalidad», dice el pintor; y esto porque cada artista, al abordar un cuadro, escoge una forma de sintetizar distinta a la de los otros.
En esta labor de interpretar el paisaje, también entra en juego el color: «El color te permite crear visiones de un mismo rincón de maneras muy diferentes», dice Alfredo López, que cuenta que muchas veces opta por resolver sus trabajos con un par de tonos básicos, aunque siempre desde la paleta que le es propia; porque para Alfredo López cada artista tiene sus preferencias cromáticas, su propia paleta: «Creo que también es importante que eso quede reflejado, que el pintor imponga sus colores a los cuadros», dice el artista.
Esta forma de interpretar el paisaje mediante la síntesis y el color puede verse, por ejemplo, en Atardecer es el Segura, el cuadro principal de la exposición, y también el que el pintor escoge cuando se le pide que elija una de las obras. «El tema que he representado aquí es la Sala del Martillo vista desde el otro lado del río, desde la parte de los molinos», dice Alfredo López; y explica que, dentro de la interpretación, «aparece como un grupo de árboles con sus cipreses, sus palmeras… que están bastante insinuados, están hechos sin hacer», ejemplifica. «Se trata de eso, de ir jugando con lo que te ofrece la realidad y con lo que tú puedes aportar a esa realidad», y recuerda una frase de Monet leída recientemente: «decía que realmente el modelo o el motivo era para él algo secundario. Lo que le interesaba era lo que ocurría entre el modelo y el pintor, y eso es a lo que me estoy refiriendo». Una interpretación sobre el paisaje que, más que plasmarlo, lo recrea; y busca reflejar esos lugares cotidianos y reconocibles de forma nueva y distinta.
Aunque Alfredo López ha recibido menciones en concursos de pintura rápida, no suele trabajar al natural para realizar sus obras. Sí tiene la costumbre, sin embargo, de salir a la calle para tomar algún apunte. «Creo que es bastante importante tomar apuntes, porque la realidad te ofrece una riqueza que no te la da una fotografía«, dice el pintor; y explica que, de esta forma, y al ser imposible representar un paisaje con todo detalle en el tiempo limitado de una de estas sesiones, los apuntes obligan a sintetizar y a descubrir otros aspectos que quizá en el estudio no se darían.
Esta toma de apuntes está detrás de muchas de las obras de la exposición, y muy especialmente de las relativas al Paseo del Malecón, un tema que ha trabajado con asiduidad por reunir elementos como la perspectiva, la vegetación, y la posibilidad de representar la Catedral en la lejanía. «El Malecón es uno de los enclaves que de vez en cuando suelo ir porque me gusta también la tranquilidad que hay allí», explica Alfredo López; «tomas un poco de distancia con la ciudad y bueno, allí he realizado numerosos apuntes que luego me han servido para trabajarlos en el estudio».
Todos los trabajos expuestos son acuarelas; y aunque está dedicado a esta técnica desde hace más de tres años, no fueron esos sus inicios: «El óleo sobre tabla ha sido mi técnica más frecuente, pero me di cuenta de que yo tenía una tendencia a licuar mucho el óleo con el aguarrás, a hacer cada vez las pinceladas más finas, más delgadas». Fue entonces cuando vio que, en realidad, su tendencia era a la acuarela. «Me parecía un poco fuerte dar el paso así, después de tantos años», sonríe el pintor, «y empecé a hacer acuarela sobre tabla preparada, sobre madera». Finalmente, asumió que la acuarela se ha inventado para el papel, el palabras del pintor; y se quedó con la técnica por su inmediatez, su frescura, su transparencia. «Es una técnica que es muy buena conductora de la personalidad», dice, y añade: «Por sus cualidades, hace que tu manera de ser fluya de manera más natural, de dentro hacia fuera».
La obra de Alfredo López está centrada en el paisaje, que ocupa la mayor parte de su trayectoria. «Es el tema, el género de pintura con el que más me he identificado«, dice el pintor, que trabaja unos paisajes que no siempre han sido urbanos. «Yo empecé hace unos años con paisaje industrial, donde representaba fábricas antiguas así abandonadas, cementeras, fábricas de ladrillo…». Las circunstancias le hicieron decantarse luego por un paisaje de ciudad, más cosmopolita, hasta llegar a un paisaje que, para el pintor, es «más urbano, pero más íntimo, más cercano«; como el que puede verse en la sala de El Corte Inglés.
Unos paisajes que, para el pintor, son un resumen de su manera de interpretar esta ciudad en que lleva afincado tantos años, de sentir sus rincones, su ambiente, su luz, su atmósfera; y que presenta unas vistas muy icónicas que, sin embargo, pueden sorprender al espectador por ver un enfoque distinto en unos paisajes que son, ante todo, cotidianos.
Después de la exposición, que seguirá mostrando hasta el 20 de febrero esta mirada distinta desde el color y matices de la acuarela, el siguiente paso para el artista será, por lo pronto, hacer un paréntesis en el paisaje urbano para abrir un tiempo de búsqueda, de experimentación: «Me apetece tocar otras cosas, otras temáticas. No descarto incluso otras técnicas», aunque, adelanta, serán técnicas mixtas que combinarían la acuarela con otros materiales. La obra de Alfredo López, mientras tanto, seguirá viéndose en participaciones y colaboraciones en colectivas de distinto tipo que pondrán de nuevo sus acuarelas a la vista de los visitantes.
