“Creamurcia. 25 años potenciando la creatividad”. Estas son las palabras que, en una gran pared blanca, reciben a los curiosos que bajan las escaleras que conducen al Laboratorio de Arte Joven, en la Residencia para Jóvenes de la Plaza Islas Baleares; un espacio expositivo que este mes de septiembre ha acogido una muestra con las obras seleccionadas del certamen Creamurcia en sus categorías de Artes Plásticas y Cómic.
La exposición muestra un total de 43 obras escogidas entre las 114 presentadas a concurso; 30 de Artes Plásticas y 13 de Cómic. Al entrar en la sala, a primera vista se ven unas pocas esculturas, con la sala dedicada al cómic al fondo. Sin embargo, al avanzar hacia ella, a la izquierda aparece el resto de la sala, y las esculturas, relieves, collages, cuadros abstractos y otros figurativos que componen la exposición de los seleccionados de Artes Plásticas, y entre ellos los ganadores de la categoría: un primer premio de 1.000 euros y tres accésits de 500.
El jurado de Artes Plásticas, formado por los artistas Antonio Martínez Mengual, Álvaro Peña y Claudio Aldaz, además de Juan Albaladejo (secretario), ha estado presidido por la concejala de Juventud, Rebeca Pérez, que acudió a la inauguración de la muestra el pasado 14 de septiembre para anunciar en ella el nombre de los ganadores. Rodeada por la expectación de seleccionados y acompañantes, la concejala recordó en unas breves palabras que esta edición del Creamurcia es especial, por ser la de su XXV aniversario. Para celebrarlo, contaba la concejala, el Creamurcia ha incorporado nuevas categorías entre sus premios, y ha logrado consolidarse así como el certamen que más disciplinas abarca de toda España con el objetivo de promocionar la creatividad, como demuestra el slogan de la campaña de este año: Si puedes pensarlo, puedes crearlo.
La concejala anunció, en primer lugar, los premiados de la categoría de cómic: un primer accésit para Verónica Cámara Beviá, por su obra Surprise; otro accésit para Ángel Abellán Victoria y Ventura Sánchez Ortega por la obra titulada Issssmm!, y un primer premio para X, el cómic de Víctor Akira Sanz.
En Artes Plásticas, los accésit anunciados han sido para Fernando Arribillaga por su obra 5 Elementos-Aire, Fuego, Tierra, Agua y Éter; para José Alejandro Verdejo, por la escultura Pensamientos atrapados, y para Laura Replinger por Andreida 11 y Andreida 19. El ganador de la categoría, que se ha anunciado al final, ha sido Jorge Serrano, por Dualidad, la estatua donde una pirámide flota sobre una base y gira ininterrumpidamente sobre sí misma.
Es la primera vez que Jorge Serrano se presenta al Creamurcia. Fue idea de su novia, Paula Navarro, que ha participado en el Creamurcia en varias ediciones, y de hecho firma la obra Consciencia: alma de cuerpo mortal, un busto coronado por una esfera que es una de las esculturas seleccionadas para la exposición. “Siempre he dibujado, desde chico, e hice el bachiller de artes plásticas, pero siempre lo he tenido muy escondido”, cuenta el ganador. Al bachiller de artes le han seguido los estudios de Diseño Gráfico y la escultura, que Jorge Serrano cultiva desde hace dos años. Ha expuesto en el bar El Sur, y una vez que ha encontrado un estilo, cree que ha llegado la hora de empezar a moverse.
Para hacer sus obras, similares a la premiada en el Creamurcia, Jorge Serrano se basa en poemas de corte surrealista que él mismo escribe; extrae conceptos de ellos y los expresa en forma de escultura. “Siempre utilizo dos piezas, una que la soporta y otra que es la que lleva el concepto”, explica Jorge Serrano. En el caso de Dualidad, la obra ganadora, sobre la base gira una pirámide que, en palabras del autor, expresa las dos caras presentes en todo, un juego de antónimos. “Lo que quería expresar con esta escultura es que hay una parte más complicada y otra parte más simple”, puntualiza el autor; y señala cómo las dos de las caras de la pirámide ornadas con zócalos contrastan con la simplicidad de las otras dos, que son completamente lisas.
La estética de la pieza, flotante y carente de todo color, tiene su raíz en que Jorge Serrano busca dar a sus esculturas la apariencia de “figuras como si fueran de otro mundo, como una especie de espíritus del concepto que siento en ese momento», explica; y de hecho ahora está trabajando en diseños inventados del interior, en objetos con su propia anatomía. “Eso será para la siguiente exposición que busque por ahí”, sonríe, porque el siguiente paso, dice el autor, será probar a exponer en alguna galería de arte.
El jurado tenía claro que en esta edición quería premiar la expresividad. Cuenta Álvaro Peña, miembro del jurado, que cuando se reunieron para ver las obras recibidas y hacer una primera valoración, fueron escogidas por su originalidad, por su fuerza, por lo que transmitían. “En eso estábamos de acuerdo todos los miembros del jurado: que el que transmita algo, algún tipo de sentimiento, de fuerza, de expresividad era lo más importante”, y a esa idea responden las obras expuestas en la sala.
La exposición, muy variada, alberga técnicas y estilos muy diferentes; desde el realismo más figurativo hasta esculturas y relieves con motivos geométricos. “El jurado consideró la posibilidad de abrir el abanico a todas las técnicas y a todas las formas de trabajo”, explica Antonio Martínez Mengual, miembro del jurado. Se ha tenido en cuenta “no solo la forma en el trabajo artístico, sino la intención, el concepto de la obra; y eso ha sido lo que se ha defendido hasta el final”, explica el artista, y añade que “en ese sentido, la primera obra es una doble obra: un dibujo, que representa lo que luego ha sabido llevar a la escultura, a las tres dimensiones”. Porque la escultura, realizada mediante impresión 3D, está acompañada por un cuadro hecho con grafito sobre la impresión del diseño en papel de algodón.
“La obra ganadora nos ha gustado mucho a todos, nos impactó, nos parece muy delicada”, explica Claudio Aldaz, miembro del jurado, y cuenta la anécdota: “Estuvo a punto de ni siquiera poder presentarse porque cuando estábamos haciendo la preselección la pieza estaba desenchufada, y claro, no tenía la magia que tiene”, y explica que el autor tuvo que acudir en persona para dejar la pieza a punto. Esto se debe, explica Jorge Serrano, a que el movimiento funciona mediante un electroimán; y si la pieza, enchufada debidamente, no se centra en el lugar justo, se adhiere de un golpe al imán de abajo en lugar de quedar flotando. Y así fue como la escultura pudo ser valorada.
“Creo que hay mucho potencial, y que la exposición lo demuestra”, concluye Claudio Aldaz, recalcando que el jurado ha intentado que en la exposición quedaran representadas las máximas tendencias posibles. También Jorge Serrano, cuando se le pregunta por el trabajo de sus compañeros, dice haber quedado impresionado. Aunque prefiere la escultura, también destaca algunos cuadros, sobre todo los más abstractos: “Hay alguno que me ha gustado bastante. Éste que ha conseguido el accésit la verdad es que es una pasada de cuadro”.
El ganador habla de 5 Elementos-Aire, Fuego, Tierra, Agua y Éter, una obra cuadrada de grandes dimensiones firmada por Fernando Arribillaga. Enmarcada en un sencillo marco blanco, la obra contiene manchas en tonos malvas, negros y naranjas que se alejan de los colores clásicos asociados a los elementos, con una peculiaridad: el lienzo que da soporte a los colores no es una sola tela, sino fragmentos que se entretejen, y llegan a superponerse en algunos puntos, o a dejar, como en el centro de la obra, un espacio vacío.
Otro de los accésit, concedido a Laura Replinger, premia dos obras de pequeño formato: Andreida 11 y Andreida 19, que van ligadas a la obra literaria de su autora. Es dibujo puro y duro: un cuerpo masculino y otro femenino representados con grafito sobre un fondo de acrílico. En ellos, explica la autora, la imagen de los rostros queda sustituida por motivos geométricos para que los cuerpos aparezcan totalmente despersonalizados, en alusión la realidad mecánica y matemática que representan.
Otro accésit ha sido para la escultura Pensamientos atrapados, de José Alejandro Verdejo; una obra formada por dos piezas: una de figura de color blanco, que es la principal, y un cubo hueco con listones dispuestos en diagonal donde ésta se sitúa. Con resina, hierro y fibra de vidrio como materiales, José Alejandro Verdejo representa la lucha constante entre cuerpo y mente, “las manías, obsesiones y pensamientos”, en palabras del autor, que “nos vuelven esclavos de uno mismo sin darnos cuenta”. La pieza principal representa a un cuerpo atrapado en su propia mente, pero en una postura de escape, de huida; “como si el cuerpo buscara la necesidad de separarse de su propia razón”, explica el autor, que se ha presentado al Creamurcia hasta en seis ocasiones y ha sido seleccionado en todas ellas, con accésit en las dos últimas ediciones. “Para mí el creamurcia es un gran escaparate artístico que brinda la oportunidad de mostrar el talento de jóvenes que están luchando para abrirse un hueco en el mundo del arte”, dice el joven escultor.
La exposición, que contará con un catálogo donde se incluirán las obras ganadoras, se despide del público hasta el año que viene para continuar con la vocación del Creamurcia y del propio espacio que acoge la exposición: impulsar el arte joven.
